"Tengo un sueño"
Marthin Luther King, Marcha sobre Washington, 28 de agosto de 1963
El SUEÑO: UN OLIVAR VIU
Un campo de cultivo es esencialmente un bosque degradado. Todo terreno de cultivo ha sido antes bosque. Un bosque que ha sido arrancado, desbrozado, roturado y puesto al servicio del ser humano y del cultivo de alimentos. Un olivar convencional moderno es eso: casi un desierto poblado exclusivamente de olivos. Hileras de árboles creciendo bajo el sol. Y en medio, nada, sólo tierra y piedras removidas. Las consecuencias de este modelo comienzan a ser preocupantes para la supervivencia de la especie: pérdida de fertilidad natural del suelo, erosión, desertificación.
El sueño del PROYECTO OLIVAR VIU PRATDIP es devolver la diversidad y la abundancia a un olivar convencional, es decir, traerlo de vuelta a sus orígenes, al bosque. Y llenarlo de vida. Pero no queremos cualquier bosque. Nuestro objetivo es crear un bosque en el que el ser humano se inserte como una parte más del medio, encuentre su lugar y cultive su propio sustento. Un bosque en el que el ser humano tenga un sentido y un papel creativo. Un bosque productivo, un bosque de alimentos. Un bosque que produzca olivas en abundancia y, con ellas, el oro líquido mediterráneo: el aceite de oliva. Pero que no sólo produzca olivas, sino también higos, melocotones, ciruelas, uvas, almendras, patatas, maíz, tomates, calabazas, romero, lavanda... Todas las plantas y frutos que dan un servicio vital al ser humano en el Mediterráneo. Y quizás gallinas, que nos den sus huevos. Y quizás también abejas, que nos ofrezcan su miel. Hay espacio para todo eso. En resumen, un olivar reconvertido en un vergel de abundancia para todos los que se dedican a su cuidado.
Ese es el sueño sobre el que se sustenta el proyecto OLIVAR VIU PRATDIP.
El BOSQUE HABITADO
Contra nuestra creencia más habitual, los seres humanos no somos ajenos al bosque. Más bien lo contrario, como primates superiores, nuestro origen biológico se encuentra en el bosque. Como todos los otros primates, nacimos en el bosque y por el bosque. Nos desarrollamos moviéndonos de árbol en árbol, recolectando frutos, cazando cuando era posible. En algún momento, nuestros ancestros comenzaron a adaptarse a la vida en el suelo. Paso a paso, fueron evolucionando para poder andar erguidos y adentrarse así en la estepa circundante. Nos fuimos haciendo intrépidos y comenzamos a poblar el mundo, atravesando llanuras, ríos, mares, desiertos. Pero nuestro origen sigue siendo el bosque. Y el bosque nos atrae con un poderoso magnetismo, nos da una paz y una plenitud que nunca encontraremos en nuestras ciudades. Somos parte del bosque. Aquí nunca estamos solos.
Un bosque sintrópico de alimentos no tiene sentido sin el ser humano. Por esencia y definición es un bosque habitado, un bosque poblado por seres humanos que interactúan en él como una parte más del sistema. Una parte esencial, creadora y facilitadora. Con nuestra intervención, procesos que duran cientos de años se pueden reducir a un par de décadas. Podemos ayudar al bosque degradado a reconvertirse en vergel, a recuperar su fertilidad perdida. Y, a cambio, el bosque nos ofrece su abundancia de todo tipo, alimentos y productos para todos sus habitantes. Y algo todavía más importante: el sentido de sentirnos parte de algo más grande que nosotros, algo vivo en el que ejercemos un papel creativo responsable. En el bosque sintrópico nos convertimos en Cuidadores del Bosque.
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