Estamos viviendo un cambio de época: el fin de un modelo y el comienzo de otro. El modelo agrario que se ha desarrollado durante los últimos 75 años está llevando a una degradación acelerada de las tierras de cultivo en todo el mundo. Las practicas agrarias industriales, como el laboreo intensivo con maquinaria pesada y la utilización masiva de productos químicos está degradando nuestro mayor capital colectivo como especie producido durante millones de años: los suelos productivos. Estamos aniquilando la biodiversidad de nuestros campos. La erosión anual media de las tierras de cultivo en nuestro país se estima en 10 Tm/Hectárea. La desertificación es un riesgo que afecta a casi el 75% del territorio. La fertilidad de los suelos, es decir, su capacidad para producir alimentos, se está poniendo en riesgo. Estamos en riesgo. Necesitamos cambiar de modelo. Es urgente.
Importante y urgente: una tarea de todos
Nuestra especie está en riesgo. El sustento de nuestra especie está en riesgo. Pero apenas somos conscientes de ello. Continuamos nuestras ajetreadas vidas como si nada estuviera ocurriendo. Es como un runrún, una preocupación lejana que no acaba de entrar de lleno en nuestras mentes . Si lo hace, es sólo bajo la forma del mediático debate sobre el 'cambio climático', que monopoliza nuestras preocupaciones ecológicas. Pero nunca pensamos en el hecho constatado a escala global de que cada día perdemos millones de toneladas de suelo fertil. Nuestro principal capital para la supervivencia de la especie no son los hidrocarburos, ni las minas de hierro, cobre o tierras raras. Nuestro mayor capital son los suelos fértiles, los suelos que permiten producir alimentos. Y nuestro mayor preocupación como especie debería ser detener lo antes posible su deterioro y revertir urgentemente la dinámica agroindustrial que está provocando su pérdida irreparable.
Cárcavas de erosión por laboreo en olivar
Un debate antiguo: agricultura de conservación
Los problemas ligados a nuestro actual modelo agroindustrial vienen de lejos. Incluso desde antes de la mal llamada Revolución Verde que supuso la extensión del modelo a escala mundial, a partid de la década de los 50 del siglo pasado. En países desarrollados de Europa y América que venían experimentando el modelo en sus fases iniciales desde hacía décadas, se constató rápidamente los efectos perniciosos del modelo: erosión, pérdida de fertilidad de los suelos, contaminación química.
Como primera respuesta surgió un movimiento cuyos precursores fueron agricultores y científicos interesados en encontrar soluciones sostenibles a los problemas agrícolas que se estaban generando. La Agricultura de Conservación es un enfoque agrícola que busca promover la sostenibilidad y la protección del medio ambiente mediante el uso de prácticas agrícolas que reducen la erosión del suelo, mejoran la fertilidad y la calidad del suelo. Se basa en tres principios clave: el laboreo mínimo, la rotación de cultivos y el uso de coberturas vegetales. A través de la agricultura de conservación, los agricultores pueden mejorar la salud y productividad del suelo, reducir los costos de producción y proteger el medio ambiente. La variante más modernizada de este modelo es la Agricultura Regenerativa, que introduce otra variable: el manejo de ganadería. Se debe hacer notar que este modelo ha calado ya en las instituciones políticas y marcará el futuro de la agricultura europea, como se muestra claramente en los objetivos de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 y en toda la nueva política agraria común (PAC).
Agricultura Ecológica: producción de alimentos saludables
Paralelamente a la introducción masiva de maquinaria pesada y productos químicos en el campo, se comenzó a crear también todo un movimiento de rechazo de productores y consumidores que ponían el acento tanto en los efectos perniciosos sobre el medio del modelo agrícola industrializado, como en la presencia de sustancias nocivas para la salud en los alimentos. Los principales objetivos de la agricultura ecológica son la obtención de alimentos saludables, de mayor calidad nutritiva, sin la presencia de sustancias de síntesis química y obtenidos mediante procedimientos sostenibles.
Tal y como ha evolucionado la agricultura ecológica se ha convertido básicamente en un proceso de certificación de la calidad de los alimentos. Un proceso que garantiza a los consumidores la máxima calidad nutritiva de los mismos y la ausencia de elementos nocivos para su salud como venenos, pesticidas, minerales pesados, etc. En sí misma, la agricultura ecológica no es un modelo agrario de explotación, es decir, no es un modelo que determine una serie de prácticas y experiencias agrícolas concretas. Lo es únicamente de forma negativa, en la medida en que impone la restricción de productos de síntesis químicas, biocidas y pesticidas en la producción ecológica certificada, con unos criterios comunes. Esta certificación crea un vínculo de confianza entre productor y consumidor.
Certificado Ecológico Catalunya
A partir del marco que abren la agricultura de conservación y la agricultura ecológica, se están desarrollando desde hace varias décadas nuevos modelos agrarios experimentales, que aúnan dos objetivos:
- desarrollar un tipo de agricultura sostenible y respetuosa con el medio, es decir, que no degrade los suelos productivos de que disponemos, y que a su vez, libere a los agricultores de su dependencia económica de la industria agroquímica e industrial
- producir alimentos de calidad para los productores y consumidores, alimentos saludables y libres de elementos nocivos para la salud.
Este es un campo abierto, experimental, que trata de ofrecer soluciones a los principales retos de la agricultura moderna: producir alimentos en cantidad y calidad para cubrir las necesidades de una población creciente; revertir la degradación de los suelos productivos del planeta y fomentar un aumento de su fertilidad orgánica y natural.
Todos estos desarrollos comparten un punto en común: considerar el suelo como un organismo vivo, que se debe respetar y favorecer. La agricultura industrial, en cambio, se ha desarrollado sobre un presupuesto falso y reduccionista: considerar el suelo como un mero "sustrato inerte" sobre el que el ser humano puede actuar de forma mecánica o química, a su antojo. La investigación científica de las últimas décadas nos indica justo lo contrario:el suelo es una entidad viva y compleja, compuesta de infinidad de minerales, materia orgánicas, microorganismos y otros organismos vivos. Este suelo vivo es la base de la vida en la tierra y genera una red que apenas comenzamos a conocer, pero que es esencial para nuestra propia existencia. Somos sólo una manifestación más del suelo vivo y debemos respetarlo si queremos sobrevivir.
Permacultura: una inspiración para el cambio
"La permacultura es la filosofía de trabajar con, y no en contra de la naturaleza; de observación prolongada y reflexiva, en lugar de labores prolongadas e inconscientes; de entender a las plantas y los animales en todas sus funciones, en lugar de tratar a las áreas como sistemas mono-productivos", Bill Mollison, Introducción a la Permacultura.
A finales de los años 70, surgió con fuerza un movimiento agrícola desarrollado por pioneros como Bill Mollison y David Holgrem. El concepto de "permacultura" que desarrollaron tiene su antecedente en el agrónomo estadounidense Cyril Hopkins quien, ya en 1910, utiliza por primera vez el término "permanent agriculture" o "agricultura permanente" para definir una forma de agricultura que podría mantenerse en el tiempo de forma infinita gracias, dado que no agota la fertilidad de los suelos.
Hay un cambio de perspectiva fundamental con la permacultura que la convierte en fuente de inspiración para agricultores de todo el mundo:
- Tomar el medio natural como modelo y no como enemigo a batir
- Una aproximación holística a la agricultura, que intenta tener en cuenta en sus diseños todos los aspectos del medio y del ser humano como parte del medio: agricultura, gestión hídrica, ingeniería, arquitectura, animales, energía, en suma, todos los aspectos y su interacción
- Una aproximación ética a nuestro trato con la naturaleza y entre nosotros, basada en la ética del cuidado
- Una perspectiva social que incluye la participación de las comunidades en la gestión y el reparto de los recursos
La Permacultura, a día de hoy, es una vital fuente de inspiración, modelo de experimentación y de cambio para miles de agricultores en todo el mundo. Muchos desarrollos experimentales que se están llevando a cabo como la agroforestería o la agricultura sintrópica, manan de esta fuente.
Agricultura sintrópica y bosques comestibles
La Agricultura Sintrópica es una forma especialmente intensiva de agroforestería, derivada de un enfoque permacultural, que imita el establecimiento de un ecosistema natural óptimo como el de los bosques naturales. La Agricultura Sintrópica es un conjunto de principios y prácticas creados por el genetista y agricultor suizo Ernst Götsch, afincado en Brasil, cuya finca Olhos D´Água, se ha convertido en un referente a escala mundial, en modelo de regeneración de un terreno desertificado de 500 Hectáreas, reconvertido en bosque de alimentos que produce, entre otros cientos de productos, uno de los mejores cacaos del mundo.
La agricultura sintrópica ereivindica respetar e imitar la naturaleza, enfocándose en una tendencia propia de la vida: la tendencia a acumular y organizar la energía, que se expresa en forma de mayor diversidad y complejidad, tal y como hacen los bosques. Se basa en conceptos como la sucesión ecológica, la estratificación y la colaboración para la creación de un sistema complejo y resiliente. Uno de los objetivos claves es aumentar la diversidad y la densidad. Se plantan diversos cultivos y plantas autóctonas aumentando la densidad, con el objetivo de maximizar la producción de materia orgánica, mejorar los suelos, los ciclos de agua, etc.
El objetivo de la agricultura sintrópica es regenerar sistemas empobrecidos, como nuestros campos de cultivo, imitando para ello los bosques naturales, ampliando la diversidad y complejidad, de tal manera que, con el tiempo, acumulen capital ecológico y se vuelvan sostenibles, autosuficientes, produciendo una mayor cantidad y diversidad de alimentos. Este sistema ha demostrado un enorme éxito en países de clima tropical. Desde hace años se están desarrollando también proyectos adaptados al clima mediterráneo. El proyecto Olivar Viu Pratdip se inserta en esta línea experimental, buscando crear un modelo de regeneración sostenible para el clima mediterráneo.
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